Exposición: A la Sombra de los Faraones y temas egipcios

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El esplendor artístico de esta cultura milenaria, tiene su manifiesto en el tallado de bajorrelieves en la piedra de templos e hipogeos, impronta de la historia de un país donde las grandes figuras, de dies y reyes, unidas a la decoración pictórica, completan el testimonio histórico de un periodo que supera los 6.000 años de arte. La pintura mural, sometida a las mismas reglas de bajorrelieve, carece de profundidad y volumen, las formas son planas y la única perspectiva existente es la jerárquica. Esta expresión del arte, reemplazó a los relieves decorativos en el Imperio Nuevo. La exposición que forma parte de estas jornadas, pone en perspectiva y volumen una parte del trabajo de arquitectos, escultores, escribas, etc. que vivieron en el Antiguo Egipto, ellos fueron la inspiración para los “Lienzos de Kemet, la tierra negra”.

 

EXPO (Benalmádena 2004)

imagen de portada catalogo egipto 2004

El conjunto de obras (óleo sobre lienzo) que componen la exposición “A la sombra de los faraones”, son el fruto de la profunda admiración que desde muy joven me ha despertado el Antiguo Egipto en general; y en especial, las grandes obras y el arte de los periodos de máximo esplendor de aquella civilización de Kemet, la tierra negra.

Fruto de viajes a la tierra de los faraones, y a otros lugares alejados de aquella, cuyos museos atesoran lo que unos y otros “trasladaron” desde sus emplazamientos originales, he podido apreciar directamente la grandeza de la colosal obra que aquellos hombres realizaron con la piedra y sobre ésta en sus distintas formas

Una extensa recopilación de material gráfico, obtenido personalmente y de forma directa de los originales y otros documentos cedidos gentilmente por terceros, me ha permitido, tras un minucioso estudio, intentar capturar en las dos dimensiones del lienzo el efecto visual de los relieves y de las esculturas. Así, con distintas luces y texturas, he querido congelar un instante de la emoción intemporal que la contemplación del trabajo de aquellos artistas me causa.

La mayoría de las obras son recreaciones de bajorrelieves y esculturas representativas de faraones de la XVIII y XIX dinastías (Hapshepsut, Tutmosis III, Akhenaton, Horemheb, Seti I y Ramsés II). También hay representados algunos de los dioses del panteón egipcio (Isis, Osiris, Sobek y Hathor,), fragmentos de muros donde figuran nobles y dignatarios (Ramose) y policromías del interior de algunas tumbas menfitas (Saqqara) y del Valle de los Reyes (KV14, TT55).

Como contrapunto y complemento se ha incluido una recreación, en formato muy ampliado, que representa a uno de los leones heridos de los bajorrelieves que narran la cacería de Asurbanipal  procedente del palacio de este monarca en Nínive, y actualmente en el Museo Británico; que, si bien se aleja del escenario y del periodo aludido, es por muchas razones lo mas cercano.

Fernando Núñez

 

Textos del catálogo

FERNANDO NÚÑEZ: ANTROPOGÉNESIS DE LOS FARAONES SÓLO tengo conocimiento de que exista un adulto que nunca fue niño: Fernando Núñez. Conozco a Fernando desde su más tierna infancia y sin embargo, nunca le vi jugar con los chavales de la calle Marroquino (donde él nació) o en la vecina Cerrojo, en la cual yo tuve mi primer taller perchelero. Continuamente andaba atareado con sus descubrimientos. Mi taller era su escondrijo, su secreto y su modo de expansión. Con 9 años ya no tenía pudor para teorizar sobre la desintegración del átomo, la armonización de los colores primarios con los complementarios, el efecto de los rayos ultravioletas sobre la piel del murciélago… Siempre escudriñando con la mirada, siempre sensible a todo lo divino y lo humano. Quizá únicamente era un niño superdotado o un niño coñazo. Con el paso de los años él fue creciendo como un obstinado sabio en todos sus amplios quehaceres. Yo desterré el calificativo de coñazo para hacerme digno merecedor de su amistad y admirarle de por vida. Hace mucho tiempo que oficia en significativas tareas intelectuales, pero la búsqueda (en su condición de artista) nunca dejó de acompañarle. Ha celebrado varias exposiciones y he sido testigo de su vocación y rápido progreso. Ahora está inmerso en el corazón del antiguo Egipto, que no es mal corazón, porque es el corazón de la piedra consagrada por el hábil manejo del escoplo. Así sucedió que en el espíritu de la bruñida piedra de Ramses II (tocada en el hombro derecho por el cartucho jeroglífico User-maat-re Setepen-re, descifrado por: “Re lo ha moldeado, la justicia de Re es poderosa”) está la pátina del tiempo, el neme que crea las veladuras en cada uno de los óleos de Fernando Núñez. Los plúmbeos megalitos, esculpidos con la fascinante historia del mundo egipcio, descansan también para siempre sobre el frágil lienzo con bajorrelieves de la cercana estética del sepia, siena o la tierra de sombra tostada. La gubia y el cincel del escultor de antes, ahora son el pincel de pigmentos serenos que sostiene un firme dibujo con epígrafes sedientos de matices tenues. Nuevamente el artista se asoma al origen divino de los dioses. Fernando ha sabido conjugar el misterioso reino de los faraones con el extraordinario sendero conocido de su joven, aunque ya experta, paleta de pintor. El colosal rango del Nilo lo toma como coartada para perfeccionar la imagen de otros tiempos con gran destreza artística. Los recuerdos cimeros y predilectos de los mausoleos del pasado los ha puesto al día de forma notable. Nuestro artista debería cobrar gabela por enseñar sus telas a nuestros ojos y por hacernos gozar con la percepción de todos nuestros sentidos. Fernando Núñez documenta de manera exquisita su estudio por los monumentos mortuorios de esta milenaria civilización. La estela dejada por la recamada iconografía de los arrogantes monarcas está bien señalada en sus elegantes bustos. Hay en sus obras un placer visual tangible y magia en sus pétreas gamas creadas para esta ocasión. En su actual muestra se dejan entrever nuevas vías de expresión técnico-artística y el seguro impacto positivo que ejercerá sobre sus realizaciones futuras. Como ocurre con otros artistas de nuestros días, es difícil predecir a qué período corresponderá este estilo de recreación circunstancial. La antropogénesis de los faraones de Fernando necesita de nosotros tiempo para la reflexión: ¡que actúen los escribas, que los sarcófagos, estatuas y bajorrelieves reposen en los decorados temas de sus obras! Su arte resucita (con esta nueva exposición) un bello recuerdo exclusivo para el mejor discernimiento de nuestra sensibilidad. Es decir, Fernando Núñez está poniéndole énfasis a la fábula y al pasado del espíritu.

Pepe Bornoy

Y entramos en un nuevo milenio resucitando el recuerdo del arte del pasado más lejano. Las técnicas pictóricas más antiguas se mezclan con las más modernas para hacernos revivir un estilismo milenario, un juego de luces y sombras que plasman la realidad de los restos de un arte casi perdido en el tiempo. Los antiguos relieves en piedra cobran vida con una nueva visión plana, aunque oculta al ojo humano que por suerte se deja engañar. Los sutiles efectos conseguidos por los artistas de antaño son plasmados en la obra de Fernando Núñez con maestría, logrando que no se pierda la fuerza y el sentimiento de los materiales originales que han inspirado al autor tras un profundo estudio de los mismos, tal y como queda reflejado en sus impecables resultados.

Juan de la Torre Suárez

Presidente de la Asociación Andaluza de Egiptología